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Nadie lo vio como un príncipe azul.
Ella tampoco esperó nunca que lo fuera
Era como tantos otros
Ya saben,
Estatura común, ojos oscuros, talla al uso.
Echaba miel en sus panquecas y tomaba el café cerrero.
Veía vídeos, escuchaba música, se juntaba con los demás.
No llevaba flores a diario, ni regalaba joyas.
Ya saben
No era un príncipe azul.
Pero a diario entraba a la misma hora
Al mismo bar oscuro
Pedía un con leche
y guardaba con disimulo
en su bolsillo las bolsitas de azúcar
Que a diario entregaba a su amada
En ofrenda de su amor sincero.
-Aqui, ahora-